viernes, 25 de febrero de 2011

Viernes 12 de Marzo del 2010


Salí con mí hermana a pasear al parque de San Telmo, siempre me había gustado llevar el carrito con mí sobrino, pero lo más era que me confundieran con la madre, me hacía sentir mucho mayor. Aunque a ella no le hiciera demasiada gracia porque me seguía viendo como la hermana menor y alocada.

Estoy segura de como actúo. Soy tan mujer como cualquier otra, una adolescente que goza del sexo, igual o incluso más que los hombres y no me importa el precio que tenga que pagar frente a la sociedad. No tengo miedo de salir sola. Ellos también salen solos, nadie es mejor que nadie. Me gusta hacerlo con hombres mayores, esos cabrones follan bien.


Anyeloddy se fijó en el camarero de una terraza, fue como una atracción mutua.
-¿Tienes novio? -le preguntó el morenazo al traernos los cafés con leche.
Ella no podía parar de reír, se notaba claramente su vergüenza, ¿desde cuando no le tiraban las puntas tan descaradamente?
-No, es enserio -dijo él en tono serio-, ¿te gustaría quedar?
-¿Conmigo? -preguntó asombrada.
-Sí, claro. No tengo pareja.
-Me llamo Antón -dijo con una enorme sonrisa de modelo español.
Mi hermana lo miró con abstinencia al sexo, no la vi convencida de querer pasar por otra relación tormentosa o de enamorarse de un hombre que le diera mala vida.
-Sí, podemos quedar un día... -respondió, sonrió y el rostro de él se iluminó-. Anyeloddy, ese es mi nombre.
Se sonrieron durante un buen rato.
-Pues te doy mi número de teléfono móvil y me llamas cuando quieras -apunto en una hoja y se lo entregó-, ésta semana trabajo de tarde y salgo sobre las once.
A ella le gustó eso de que le diese explicaciones.
-Tienes que saber que tengo un hijo, antes que nada -le confesó sobre la marcha.
-¿Un hijo?
-Espero que no te importe.
-No, para nada -negó el con la cabeza.
-¿Eres de Las Palmas?
-Sí, claro.

Cuando nos alejamos no estaba segura de haberle dado ilusiones al camarero
No me lo iba a confesar, pero estaba segura de que le llamaría aunque fuese para desquitarse puesto que llevaba mucho tiempo sin darle una alegría al cuerpo. Tampoco deseaba de que se enterase Cosme puesto que solía ser demasiado celoso y posesivo. Yo estaba tan salida... Se me pasaba la idea descabellada de pasarme un día sola y pedirle una noche loca de sexo.


By José Damián Suárez Martínez

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